Hoy ha tocado madrugar mucho. Nos adentraremos en los Pirineos y la ruta es larga. No es para tomárselo a broma. Vamos a subir al techo de Navarra, aunque curiosamente toda la ruta transcurre por la provincia de Huesca. En la cumbre estaremos en Navarra, Huesca y Francia al mismo tiempo.
Cuando llegamos al refugio de Linza vemos aquello lleno de coches y autocaravanas (aunque, en teoría, no se puede pernoctar fuera del refugio). Sabemos que es una ruta bastante concurrida, pero nos da miedo que vaya a ser una romería. A ver qué nos encontramos…
Comenzamos a caminar por un sendero que parte del refugio con otros pequeños grupos de personas, pero a medida que avanzamos y cada uno va cogiendo su ritmo, nos vamos separando. Llevamos el sol de frente. Al principio nos lo tapaba un poco una pequeña nube, pero pronto desaparece. Llevarlo a la altura de los ojos es bastante incómodo y dificulta mucho las fotos, pero hay que ver el lado bueno: nos paramos mucho menos, porque el paisaje es espectacular.
Esta primera parte de la ruta coincide con el GRT 13, enlace transfronterizo que une el GR 12 navarro con el GR 10 francés, así que vamos siguiendo las marcas. En cualquier caso, el sendero es siempre muy evidente.
Al llegar a la zona de la Hoya de la Solana abandonamos el GRT y dejamos de ver las marcas blancas y rojas, pero la ruta sigue muy bien marcada con hitos y el camino está siempre claro. De hecho, aunque llevamos un track en el GPS, ni lo miramos.
Seguimos subiendo y subiendo hasta que nos damos cuenta de que ya no vemos a tanta gente como al principio. ¿Iremos bien? Ahora sí, consultamos el GPS y nos damos cuenta de que nos hemos salido del track. De todas formas, en este mapa aparece el sendero sobre el que vamos y vemos que algo más adelante se vuelven a unir, así que decidimos continuar por un terreno bastante pedregoso, pero con hitos.
Pero… a medida que avanzamos dejamos de tener tan claro que ese sea el camino. Le preguntamos a una pareja que llevábamos detrás y ellos tampoco tienen clara la ruta. Lo meditamos con calma y decidimos dar la vuelta. Todavía estamos a tiempo. La idea da bastante pereza y nos fastidia, pero creemos que en una zona montañosa que no conocemos es mejor ser algo conservadores. La otra pareja decide continuar.
Tuvimos que desandar un kilómetro y pico hasta llegar al punto donde nos habíamos desviado. La verdad es que es fácil despistarse. Nosotros seguimos recto y el camino correcto era casi una trepada a mano izquierda, no demasiado evidente si no vas atento. En fin, vamos a seguir, que hemos perdido bastante tiempo. ¡Sin esta equivocación ya estaríamos cerca de la cima!
Nos toca subir ahora por un terreno bastante pedregoso, sin senda, pero bien hitado. Después vuelve a haber sendero, y así vamos intercalando tramos de uno y otro durante un buen rato hasta que ya es todo roca. En algunos puntos nos ayudamos un poco de las manos, pero sin mayor complicación.
En el collado previo a la cima sopla un viento fortísimo y necesito abrigarme. Ya no queda nada, pero me está costando. Tengo la sensación de que el desayuno de hoy se me ha quedo un poco corto. Y si a eso le sumo el esfuerzo extra que hemos hecho…
Pero al fin, tras una última trepadita, llegamos a la arista cimera. No nos falta nada para la cumbre propiamente dicha, pero hay tanta gente y tenemos tanta hambre que buscamos un sitio cómodo para sentarnos y comemos.
Las vistas son maravillosas mires donde mires además de sumamente nítidas. Es un espectáculo total. Todas las dudas que tuve durante la última parte de la subida sobre si merecía o no la pena este esfuerzo se disiparon del todo. Hacer cumbre es una sensación maravillosa, pero si además te ha costado, ya es indescriptible.
Saboreamos el bocadillo y al terminar, ahora sí, vamos hasta la cumbre. Es imposible parar de hacer fotos y aun así, creo que hago pocas. Se está genial allí arriba, nada de viento, pero… ¡hay que regresar!
Bajamos de la cumbre por una zona distinta para evitar un paso algo aéreo, pero después se vuelve por el mismo camino. Podría parecer tedioso, pero la luz ha cambiado totalmente, así que disfrutamos de paisajes que antes no habíamos podido.
Durante la subida no pasamos calor más allá del que provoca el esfuerzo porque empezamos temprano y a medida que ganábamos altitud, la temperatura bajaba. Pero ahora sí que notamos cómo hace cada vez más calor conforme vamos bajando.
Cuando ya sabemos que falta poco porque volvemos a ver el refugio, hacemos una parada para comer una pera. Seguimos maravillados por el paisaje. El cansancio me hace querer ir terminando, pero las vistas me dicen que no, que me quede un ratito más…
Una vez en el refugio nos cambiamos el calzado y nos vamos directos a rehidratarnos. ¡Qué gusto! Ha sido una jornada dura, muy dura, pero el balance solo puede ser positivo.
Por cierto, llegando a la cumbre nos cruzamos con la pareja que había decidido seguir cuando nosotros nos dimos la vuelta. Al final aquel camino también servía, pero no nos arrepentimos de la decisión tomada. Ha sido una jornada fabulosa.
Más información sobre esta ruta
Descubrimos esta ruta en el blog Cotoya Pindia. Para mí, uno de los referentes en rutas de montaña, especialmente en la zona norte de España.
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- Distance Instructions
Datos técnicos
- Longitud: 17,6 km
- Fecha de realización: 21/08/2020
- Desnivel de subida: 1.340 m
- Desnivel de bajada: 1.340 m
- Punto más alto: 2.446 m
- Punto más bajo: 1.324 m
- Tipo de recorrido: Ida y vuelta
- MIDE / Severidad del medio natural: 4
- MIDE / Orientación en el itinerario: 2
- MIDE / Dificultad en el desplazamiento: 4
- MIDE / Cantidad de esfuerzo necesario: 4
Mapa
mesa_de_los_tres_reyes_desde_el_refugio_de_linza
Información geográfica propiedad del Instituto Geográfico Nacional.
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