Como la ruta que pensaba hacer hoy era muy sencillita intenté convencer a mis padres para que me acompañaran, pero nada, no hubo manera. Prefieren venir a su aire sin la presión de sentir que me van frenando. ¡Espero que sea verdad que vayan a venir sin mí!
Al lado de la oficina municipal de turismo de Ribadumia (que estaba cerrada) hay un buen aparcamiento y allí es donde dejé el coche. Hoy tengo la intención de recorrer un sendero homologado, el PR-G 173. Como es muy cortito voy a alargarlo un pelín empezándolo aquí en vez de en el punto de comienzo oficial, un kilómetro más allá, ya en el río Umia.
Empiezo caminando junto a un regato que acabará desembocando en el Umia. Durante un pequeño tramo voy al lado de una carretera general, pero la vista realmente se dirige a los viñedos que tengo al otro lado. Esta es zona de Albariño y las viñas lo rodean todo, aunque todavía están sin hojas. Hoy es el último día del invierno, pero la jornada está completamente primaveral. También noto la diferencia entre esta zona, en las Rías Baixas, con todo mucho más verde y florido que donde vivo yo, algo más al norte, donde la primavera todavía no se ha dejado notar demasiado.
Al llegar al río Umia veo el panel de inicio de verdad de la ruta, aunque el tramo que llevo no ha estado nada mal. Eso sí, ahora el río se convertirá en el gran protagonista del día. Voy subiendo río arriba por el lado derecho del río y en el puente de Cabanelas cruzaré para seguir por la orilla contraria.
Antes de llegar a este puente disfruté de uno de los platos fuertes del día: vi un montón de cormoranes. Tuve que consultar qué aves eran una vez terminada la ruta ya que el pecho blanco me despistaba. Pues resulta que significa que aún son jóvenes. ¡Creo que nunca los había visto así!
A lo largo del día me fui cruzando con varias personas que realizaban la ruta a buen ritmo, claramente con intención de hacer ejercicio. Me encanta ver que el dinero que se gastan las administraciones públicas en habilitar rutas como esta ayuda a que la población sea más activa y, por tanto, más sana.
La verdad es que yo tampoco voy despacio, pero no por tener intención de quemar más calorías o algo así. Simplemente, la ruta es tan llana y cómoda que las piernas casi se me mueven solas. Al no hacer apenas esfuerzo, tampoco sudo, cosa que agradezco. Eso sí, que camine rápido no quita que me pare a hacer alguna foto cada vez que algo me llama la atención o que no vaya disfrutando empapándome del sonido del río, de los pájaros, del calor del sol en la cara…
Y así, casi sin darme cuenta, llego a Ponte Arnelas, una pequeña aldea con mucho encanto y el puente que le da nombre, del siglo XVI.
Llevo unos 6,5 km, así que decido volver por el mismo camino para que la ruta me cunda un poco más. Durante el tramo de vuelta también hago menos fotos al estar pasando por camino ya conocido, así que hago prácticamente todo el camino del tirón.
Justo al lado de donde dejé el coche hay un bar con una agradable terraza con mesas de piedra donde disfruto de una bebida fresquita al sol. Quizás en unos días ya busque la sombra, pero hoy todavía voy feliz absorbiendo cada rayo de sol que me roza. ¡Qué mañana tan gustosa y relajada he pasado!
Si quieres ver más rutas en las Rías Baixas, pincha AQUÍ.
Si quieres ver más rutas en la provincia de Pontevedra, pincha AQUÍ.
Recuerda que en nuestro MAPA INTERACTIVO puedes encontrar otras rutas cercanas a esta que quizás te interesen...
- Distance Instructions
Datos técnicos
- Longitud: 12,6 km
- Fecha de realización: 20/03/2019
- Desnivel de subida: 35 m
- Desnivel de bajada: 35 m
- Punto más alto: 13 m
- Punto más bajo: 2 m
- Tipo de recorrido: Ida y vuelta
- MIDE / Severidad del medio natural: 1
- MIDE / Orientación en el itinerario: 2
- MIDE / Dificultad en el desplazamiento: 2
- MIDE / Cantidad de esfuerzo necesario: 3
Mapa
Información geográfica propiedad del Instituto Geográfico Nacional.
Deja una respuesta