Durante la desescalada de mayo, cuando solo se podía salir a hacer ejercicio antes de las diez de la mañana y sin salir de nuestro municipio, comenzamos a recorrer el río Tambre. La primera etapa ya la tengo publicada en el blog, de la parroquia de César a la de Busto, pero la segunda, de Busto a la playa fluvial de Chaián, no llegué a escribirla. Hoy, que volvemos a no poder salir de nuestro concello, pero al menos tenemos todo el día para ir de ruta, vamos a repetirla alargándola un poco más, hasta Ponte Alvar.
Como la ruta es lineal, hemos venido en dos coches para dejar uno al final. A pesar de no haber madrugado demasiado y haber comenzado a caminar sobre las once de la mañana, una densa niebla cubre esta zona de río y el termómetro del coche marca tan solo 2°C. ¡Qué frío! Cuando salimos de casa el día estaba totalmente despejado y no contábamos con esta temperatura.
Con este frío no queda más remedio que ponerse a caminar cuanto antes y a buen ritmo, que buena falta nos hace entrar un poco en calor. Hasta me dejo el pelo suelto, cosa que nunca hago cuando voy de ruta, para que me caliente las orejas porque no he traído gorro. Salimos de la iglesia de San Pedro de Busto en busca del río Tambre. Entre el frío y la humedad de la niebla, nos encontramos con preciosas telarañas congeladas. Ya empezamos con las paradas de las fotos…. aunque en realidad hacemos muy pocas. Total, poco se ve.
Salimos caminando lo más rápido que pudimos. 
Telaraña congelada. ¡Vimos muchas! 
Qué pena de niebla…
En estos primeros metros es inevitable que recordemos un momentazo de la primera vez que hicimos este recorrido. ¡Vimos un zorro! Fue algo lejos e iba atravesando un campo. A veces, solo por esos momentos, ya vale la pena una ruta entera.
Una vez en el río vamos alternando tramos de pista con otros de senderito más estrecho. En cualquier caso, durante la primera parte de la ruta no vamos siempre totalmente pegados al agua y predominan las pistas y caminos anchos. Poco a poco el día va despejando… pero le está llevando su tiempo.
Ya hemos llegado al río. 
A ratos vamos por senderos estrechos… 
…y en otros momentos, por caminos más cómodos. 
Hay árboles bonitos hasta sin hojas. 
En algunos tramos nos separamos del río. 
Poco a poco la niebla comienza a levantar.
La vez anterior hicimos un tramo bastante largo por asfalto antes de llegar a la playa fluvial de Chaián. En esta ocasión, cuando aún no llevábamos demasiados metros por esa carretera, vimos a una pareja yendo en sentido contrario y pegada al río. “Anda, ¿habrá un senderito por ahí?” En cuanto vimos la oportunidad nos acercamos al agua y comprobamos que sí, que había un estrecho sendero de pescadores junto al río. Decidimos continuar por él, claro, que siempre es más entretenido que la carretera…
Mucho mejor este sendero que la carretera… 
…aunque haya que levantar bien los pies.
En algunos puntos el sendero no era más que maleza algo pisada, pero siempre vemos por dónde pasar. Eso sí, levantando bien los pies. A veces el camino casi desaparece y bordeamos algunos campos, pero nunca llegamos a encontrarnos dificultades serias para pasar.
Qué gusto que al fin nos dé el sol… 
¡Cuidado con resbalar aquí! 
En varias ocasiones tuvimos que bordear campos. 
Río Tambre
Decidimos comer en la playa fluvial de Chaián, a pesar de ser algo temprano, para aprovechar las mesas de madera y el entorno tan agradable que nos ofrece. Es una pena que el sol solo pegue fuerte en la orilla de enfrente, a la que no podemos cruzar para no incumplir el cierre perimetral, porque a nuestro lado hay bastante sombra y hace algo de frío.
Área recreativa de Chaián 
Por la orilla de enfrente transcurre otro sendero.
No nos demoramos comiendo y en cuanto terminamos, nos ponemos en marcha de nuevo. Lo que nos queda de ruta ya no lo conocemos. ¡A ver qué nos depara el camino!
El sendero vuelve a ser ancho y cómodo, siempre rodeado de árboles invernales. Cuando desaparece suele ser para bordear algún prado. El día ya se ha despejado del todo y agradecemos los momentos en los que el sol nos da de lleno… ¡Qué gusto!
Seguimos disfrutando del sol. 
El río Tambre junto a la depuradora.
Pasamos junto a la depuradora y la ruta continúa sin grandes cambios, alternando caminos boscosos y campos hasta llegar al puente de Ponte Alvar, donde habíamos dejado un coche por la mañana.
Volvemos a los caminos anchos… 
…y por bosque. 
Procuramos seguir siempre la línea del río. 
No tuvimos problema para cruzar ningún afluente. 
Ya falta poco para terminar. 
Llegamos a Ponte Alvar.
Se trata de una ruta sencilla y aunque a mí a veces las rutas de río me resultan algo monótonas, teniendo en cuenta que no podemos hacer mucho más estos días, me ha servido para recargar las pilas. De todas formas… ¡qué ganas de poder hacer algo más!
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- Distance Instructions
Datos técnicos
- Longitud: 16,6 km
- Fecha de realización: 16/01/2021
- Desnivel de subida: 111 m
- Desnivel de bajada: 195 m
- Punto más alto: 284 m
- Punto más bajo: 197 m
- Tipo de recorrido: Travesía
- MIDE / Severidad del medio natural: 1
- MIDE / Orientación en el itinerario: 3
- MIDE / Dificultad en el desplazamiento: 2
- MIDE / Cantidad de esfuerzo necesario: 3
Mapa
busto_ponte_alvar_por_el_tambre
Información geográfica propiedad del Instituto Geográfico Nacional.
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